Queramos o no, si vamos a una boda hay que hacer un regalo, aunque te digan e insistan que no es necesario. Hay que hacerlo solamente por haber sido invitados. Esta reciprocidad es una auténtica realidad en nuestra sociedad, y si no la cumplimos quedaremos mal.
¿Cuánto nos gastamos? Tenemos una regla no escrita, que sugiere que el regalo debe cubrir por lo menos lo que cuesta tu cubierto. Y no solo el tuyo, si acudes con tus tres hijos y tu pareja, el dinero del cubierto lo multiplicas por cuatro.
¿Damos dinero o compramos algo? Pues depende. Aunque por regla general recomendamos regalar algo comprado, hecho con el corazón, que dar el dinero directamente. El dinero es bueno si nos lo han pedido directamente y tenemos mucha confianza con ellos. En caso contrario, intentaremos buscar un regalo que sea de utilidad para la pareja. En Cataluña, y extendiéndose al resto de España, si los novios desean dinero introducen su número de cuenta en la invitación.
Pero lo más extendido entre los novios es una lista de boda. Así evitan la repetición de los regalos y a nosotros nos facilitan a la hora de escogerlo. Normalmente serán regalos que sirvan de complementos o equipaje a su nuevo hogar.
Si no estamos en Cataluña y no hay lista de boda, os voy a hacer una recomendación personal de regalos útiles: elementos decorativos para la nueva casa, vajilla, electrodomésticos, cuadros… Siempre con vistas al nuevo hogar.
Por cierto, aunque no vayamos a la boda, deberemos tener algún detalle con los novios igualmente.