Y digo que es una decisión fácil de tomar porque desde hace años, se ha convertido en una práctica obligada en las bodas, y ningún invitado se plantea pagar la última copa.
Poner barra libre denota el esmero con el que habrás cuidado todos los detalles para que tus invitados queden plenamente satisfechos. Hace 10 años cuando se abría la veda a la barra libre, esto era sinónimo de asalto al bar del lugar, y la barra libre podría incrementar desmesuradamente el precio final del convite. Hoy en día por numerosas razones el consumo de alcohol es más racional por parte de los invitados, como por ejemplo las restricciones policiales para los niveles de alcohol durante la conducción. Además la disminución del número de consumiciones acusada por los últimos años, ha dado lugar a que los restaurantes y salones de bodas ofrezcan a sus clientes una barra libre con bebidas de mayor calidad y un servicio más exquisito.
Si te has decidido a pagarle las copas a tus invitados, debes saber que hay varias opciones de contratación (bajo disponibilidad propia del lugar):
* La barra libre propiamente dicha: Que consiste en pagar una cantidad durante un tiempo determinado. El precio está entre los 15 y los 25 Euros por persona, mayor de edad y durante aproximadamente dos horas. Se puede incrementar posteriormente el tiempo, aumentando unos 5 Euros persona.
* Los tiquets: Los novios compran una serie de tiquets que reparten entre sus invitados para intercambiarlos por bebidas con alcohol o sin él.
* Por botellas: En algunos lugares, permiten que las parejas lleven el alcohol que crean que se va a consumir y luego el Restaurante les cobra los refrescos.
Las dos últimas modalidades, están en vías de extinción porque coincidiréis conmigo en que ninguna de ellas resulta especialmente elegante.
¿Qué opináis vosotras?