La mantilla y la peineta son dos complementos difíciles de “poner” y de “llevar”. Lo de “llevar” lo vamos a dejar al estilo de cada una, aunque con este post pretendemos dar algunos consejos útiles para lucirlas con gracia y salero, pero lo de “poner”, sí que os lo vamos a contar paso a paso.
En las familias andaluzas hay tradición de tenerlas, por lo tanto conseguir piezas antiguas; negras y blancas que se complementen con peinetas, autenticas joyas de carey, una más clara y otra más oscura, no me ha sido difícil. Ambos complementos deben ser guardados con esmero y con ciertas peculiaridades para que no se deterioren con el paso del tiempo y así poder encontrarlos, como los conservó, desde un principio, mi abuela, intactos. Las peinetas se recogen con una goma elástica, muy ancha, que ayude a mantener su forma ahuecada original. En cambio, las mantillas se enrollan en tubos de cartón, similares a los que se utilizan para liar las telas en las tiendas de tejidos, por desgracia en vías de extinción, y sobre estas, se despliega, con cariño, una tela de algodón. La mantilla española nunca se debe conservar doblada, adoptaría el pliegue que con el tiempo sería prácticamente imposible eliminar y también podría, incluso, rajarse.
Hay varios tipos de mantillas y peinetas según su tamaño. Las mantillas pueden ser: triangulares, rectangulares, de terno con volante o de dos picos. En cuanto a la forma de colocarlas se pueden poner: de aletas con pico delante, rizada, con tableado o suelta. Las peinetas más grandes se utilizan para Semana Santa, como Madrinas para bodas y para asistir a los toros. La media peina, peinetas más pequeñas, son utilizadas por personas más jóvenes. A las peinetas se les une los peines como adorno e imprescindibles para que la gran peineta quede fija.
A las mantillas, peinetas y peines se le une un adorno imprescindible: el broche. Os aconsejamos no lavaros el pelo ese mismo día, para conseguir que la peineta quede bien fijada en la cabeza.
Escogemos un moño bajo en forma de coca. Nuestro estilista lo recoge todo en la nuca dejando dos mechones a ambos lados que no se utilizarán hasta una vez puesta la peineta.
Se pone la peineta introduciendo los dientes, poco a poco, en la cabeza. Con los dos mechones de pelo sueltos, el estilista adorna el moño cruzándolos, de lado a lado, al mismo tiempo que tapa la entrada de los dientes de la peineta, dando un resultado impecable al peinado. Con unos ganchillos se agarran bien los dientes de la peineta al pelo, de tal forma que la persona que lo lleva se asegure de estar cómoda.
Una vez fijada la peineta, comenzamos a colocar la mantilla. En esta ocasión hemos utilizado una de forma rectangular. La medimos simétricamente, la doblamos por la mitad, se coge el doblez, se coloca en el centro de la cabeza y se hace un rizado natural. Una vez comprobado que la simetría es perfecta, en la parte trasera se pliega la mantilla por el centro, discretamente, y se sujeta con un broche.