¡Barra libre!

Antes no estaba tan de moda, pero ahora la boda que no la tenga casi seguro que no será una boda para el recuerdo. Ahora es uno de los complementos que no pueden faltar tras un banquete, y desde luego de los más divertidos.

Hace tiempo cuando el banquete acababa y empezaba el baile, tenías la opción de rascarte el bolsillo y pagarte las copas que te quisieses tomar. Podía ser un problema en muchos aspectos, y a algún iluminado se le ocurrió la idea de la barra libre. Dentro de este concepto, hay diversos «tipos»:

Por botella: al organizador se le cobra por cada botella consumida. Los refrescos a veces los paga la casa y a veces también tendremos que pagarlos. Esta idea es buena para pocos invitados o con mucha gente mayor o niños. Es mala si en nuestra boda hay mucha gente joven que sabemos que va a beber bastante y que se van a quedar toda la noche bailando.

Tiquets de consumición: esto va más o menos como en una discoteca. Se reparten unos vales con un número X de copas para los mayores (para los niños lo podemos hacer con refrescos). Aquí nos aseguramos que nadie se pasa de la cuenta, todo está pagado y no hay sorpresas de precios finales. Lo malo es que limitamos a la gente que quiera beber más, y puede estar mal visto. También tenemos el problema de que alguien pierda el vale.

Por hora. Esta es la idea más generosa. Se estiman las horas que creamos convenientes y durante ese tiempo se puede beber todo lo que se quiera. Como positivo es que el precio está establecido y se sabrá de antemano. Además todo el mundo va a beber lo que quiera y lo verán con buenos ojos. Como punto malo y previsible es que es lo más caro, y podemos tener algún caso del familiar que bebe más de la cuenta (aunque puede ser gracioso).

 

 

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