Aunque no lo parezcan los padrinos son piedras angulares en una celebración. Los novios y futuros marido y mujer necesitan contar con el apoyo, afirmación y beneplácito de lo que denominamos testigos… pero, ¿cuál es su origen?
Pues para saber su origen tenemos que remontarnos a la época de los romanos que, siguiendo su orden cívico, fueron los primeros en introducir la figura de los padrinos. Su función, en aquel entonces, era la de validar el contrato social por el que se contraía matrimonio y sólo podían ser dos que, además, tenían responsabilidad legal.
La iglesia, posteriormente, adoptó esta figura pero dejó libertad en lo que se refería al número. Actualment su poder no es legal pero sí moral, aunque bien es cierto que se necesita de su firma para la tramitación del papeleo del enlace y la ceremonia.
Actualmente se necesitan testigos, en primera instancia, para constatar que ninguno de los dos cónyuges está ya casados. Estos testigos deben acompañar a los novios en el papeleo los días previos al evento. No se limita el número, pero lo aconsejable es que sean dos, uno por parte del novio y otro por parte de la novia.
El día de la boda se necesitan tamibién, como mínimo, dos padrinos, uno de cada lado, pero sí que es verdad que son más los que cada vez firman en el acta matrimonial. Estos testigos son necesarios para testificar que el enlace se ha llevado a cabo y que está realmente casados.
Dependiendo un poco de los novios los testigos podrán tener más o menos protagonismo a la hora de elegir el momento en que se firma, o como deban vestir. Si los testigos son familiares, además, muy allegados o muy buenos amigos se suele aconsejar que vistan de una manera muy formal y correcta. Es más, si el novio y el padrino llevan chaqué, los padrinos también deberían estar «obligados» a llevarlo.