Carlos Baute se ha casado

El pasado 11 de junio, a las cuatro de la tarde y en Letonia, país de origen de la familia de la novia, nacida en Venezuela, tuvo lugar el enlace matrimonial entre el cantante Carlos Baute y su novia, Astrid klisans, arquitecta de profesión, tras un año de noviazgo.

La ceremonia tuvo lugar en el Registro Civil de la pequeña localidad de Jekabpils, a unos cuarenta kilómetros de donde tuvo lugar el posterior banquete, en la casa familiar de la novia, a orillas del Daugava, un río impresionante que atraviesa Letonia.

En cuanto al look nupcial de la novia es importante destacar su vestido de novia, un diseño exclusivo de Manuel Mota para Pronovias, confeccionado en «chiffon» de seda en tono crudo con cuerpo con un tirante asimétrico y un juego de microdrapeados realizados a mano y falda semiabullonada. El vestido se acompañaba de un cinturón-joya en tonos dorados hecho a abse de «baguettes» con cristales de Swarovski incrustados a modo de tres medallones en forma de estrella, a juego con el tocado de su peinado.

El maquillaje era suave y fresco que realzaba sus rasgos y un peinado con el cabello suelto en grandes ondas marcadas y cierto toque «vintage». El look nupcial lo completaba con un sencillo buqué de rosas blancas y beis y los zapatos de pitón blanco roto, de Christian Louboutin, regalo del novio.

En cuanto a las joyas, todas tenían un signficiado familiar y emotivo: la pulsera, los pendientes de oro blanco y zafiros y la sortija.

El novio lució un traje de Canali para Yusty, corbata de Brioni, también para Yusti, y gemelos de oro blanco y zafiros, de Suárez, a juego con los pendientes de la novia.

Se trasladaron en un Mercedes adornado en la parte delantera con la tradicional corona letona de hojas.

En cuanto al menú, teniendo en cuenta que asistía gente de muchos países, fue una perfecta mezcla de comida internacional y letona que se sirvió al estilo venezolano, es decir, a modo de bufé, para que cada uno pudiera dar preferencia a sus gustos entre un sinfín de exquisiteces.

La tarta nupcial, elaborada por una reconocida pastelería de Riga, era de tres pisos de limón con frambuesa recubierta de mazapán color beis, adornada con una cinta de raso verde oscura y coronada por el monograma en chocolate de la pareja, sus dos iniciales entrelazadas, y se sirvió al final del banquete.

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