No cabe duda que la boda real de Mónaco ha dado mucho de que hablar: desde el traje del novio o el fantástico vestido de la novia. Además de todo esto, también hay que resaltar, he considerado que merece un post, los trajes que lucían las damas de honor que acompañaron a los novios a la salida de su ceremonia religiosa y les acompañaron durante su lluvia de pétalos blancos.
La princesa de Hannover pidió a Jean-Christophe Maillot, director de los Ballets de Montecarlo, que crease los vestidos de estas siete damas de honor de Charlene inspirándose en los antiquísimos trajes tradicionales monegascos.
Se trataba de unos fascinantes e impresionantes trajes tradicionales monegascos del siglo XVIII que han requerido más de ciento veinte horas de trabajo. Es importante resaltar el detalle de las medias de seda en las que iban bordadas las iniciales de la pareja real o los pololos rematados con encaje inglés, cuerpo en tafetán de seda en color blanco roto con censú bordado y encaje negro. Igual de impresionantes eran las mangas e vuelo ribeteadas con encaje color crema y las faldas tableadas de rayas rojas y crema en tafetán de seda, dornadas con tres lazos en terciopelo negro.
Portaban, además, pañuelo suizo de lunares, mitones de encaje color crema, sombrero de paja de ala ancha adornado con mimosa de color crema y forrado en glasilla de seda y delantal bordado en algodón blanco.
En el cuello llevaban unos lazos en terciopelo negro adornados con una cruz en oro provenzal, regalo del príncipe Alberto.
Sin lugar a duda unos trajes que cuidaban el más mínimo detalle y que, sin duda, estuvieron a la altura de tan imporante acto social y real.